Desde tiempos inmemoriales,
cuando la historia no era más que un impreciso
esbozo narrado por los victoriosos, hemos existido los Bardos:
narradores, cronistas y poetas; artistas, juglares y trovadores;
tejedores de sueños que recogían mitos y leyendas,
de las canciones ancestrales, de los evanescentes sortilegios,
del arrullo del tempestuoso mar o del canto de las ninfas del bosque,
para transmitirlos durante generaciones entre aquellos
que nos quisieran escuchar, sumidos en un embrujado deleite.

Y es ahora, en esta Era donde la magia se diluye
junto con la esperanza de las gentes,
cuando nuestro pulso ha de redactar con renovada pasión
y nuestra voz resonar más allá de los sueños
.

Toma asiento y escucha con atención.

Siempre habrá un cuento que narrar.

miércoles, 20 de enero de 2010

Historia de un beso

Rayuela
Julio Cortázar

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mi como una luna en el agua.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si alguna vez escribiera de amor, quisiera poder escribir así.




John W.

Anónimo dijo...

Hola Maldoror,

Llevo casi tres años escribiendo para olvidar y apenas unos ocho meses con mi blog que es lo único que me he atrevido a mostrar a nadie y a todo el mundo. Desde el principio del blog POLIDORI me han dejado decenas de comentarios, nunca me he acostumbrado al halago y todos me los he tomado como un listón que va subiendo continuamente y al que continuamente tengo que superar, pero de todos esos comentarios, el tuyo, es el más difícil de digerir y por lo tanto de contestar.

No se si es la primera vez, pero si la primera que tomo conciencia que a estos relatos alguien les llama obra, y tomo conciencia de ello al tiempo que los comparas con grandes escritores.

No se que decir, la verdad. Me he quedado sin saber como y que pensar.

Nuestra libertad debe acabar inexorablemente cuando comienza la de los demás y nunca es fácil de establecer los límites, pero hay que intentarlo, tenemos que intentar VIVIR, así, con mayúsculas y con todo lo que ello implica.

El individualismo es indispensable y fundamental para la libertad, sin lo primero es imposible entender lo segundo y el egoísmo es individualismo con carácter peyorativo.

No tengo ni idea donde están lo límites de la libertad y del individualismo, pero procuro encontrarlos algún día buscándolos constantemente.

Muchas gracias.

Un cordial saludo y un abrazo.





John W.