Desde tiempos inmemoriales,
cuando la historia no era más que un impreciso
esbozo narrado por los victoriosos, hemos existido los Bardos:
narradores, cronistas y poetas; artistas, juglares y trovadores;
tejedores de sueños que recogían mitos y leyendas,
de las canciones ancestrales, de los evanescentes sortilegios,
del arrullo del tempestuoso mar o del canto de las ninfas del bosque,
para transmitirlos durante generaciones entre aquellos
que nos quisieran escuchar, sumidos en un embrujado deleite.

Y es ahora, en esta Era donde la magia se diluye
junto con la esperanza de las gentes,
cuando nuestro pulso ha de redactar con renovada pasión
y nuestra voz resonar más allá de los sueños
.

Toma asiento y escucha con atención.

Siempre habrá un cuento que narrar.

sábado, 29 de junio de 2013

Fuego


La memoria agoniza, se desliza, lenta y fría.

Las conciencias se derriten, polvo y viento, melancolía.

Los castillos se derrumban, sus paredes son mantequilla.

Los inviernos lloran mares,  rompen huesos, hielo y sangre.

Las miradas, estremecen, ojos muertos, sin pupilas.
Los abrazos, se deshacen, maleables, de plastilina.
Las verdades, siegan lenguas, nunca nacen, son mentiras.
Todo cansa, todo agota, irrefrenable, nace la chispa.


De repente surge el fuego, y ya no importa más el miedo.
Y por mis venas llueve rabia, adrenalina, fuego y vida
Y soy libre, y soy eterno, y mi llama es como acero.
La tristeza es un engaño, siempre que tengamos fuego.


¡Fuego, fuego, fuego, quema el cielo!
¡Fuego, fuego, fuego, quema el cielo!

La tristeza es un engaño siempre que tengamos fuego.
Siempre tengo vida, siempre tengo fuego.
¡Fuego, fuego, fuego, quema el cielo!


¡Fuego, fuego, fuego, quema el cielo!
Destruyo el infierno, yo tengo más fuego.
El secreto es estar despierto, si te rindes estás muerto.
Funde lo que temes, quémalo con fuego.