Desde tiempos inmemoriales,
cuando la historia no era más que un impreciso
esbozo narrado por los victoriosos, hemos existido los Bardos:
narradores, cronistas y poetas; artistas, juglares y trovadores;
tejedores de sueños que recogían mitos y leyendas,
de las canciones ancestrales, de los evanescentes sortilegios,
del arrullo del tempestuoso mar o del canto de las ninfas del bosque,
para transmitirlos durante generaciones entre aquellos
que nos quisieran escuchar, sumidos en un embrujado deleite.

Y es ahora, en esta Era donde la magia se diluye
junto con la esperanza de las gentes,
cuando nuestro pulso ha de redactar con renovada pasión
y nuestra voz resonar más allá de los sueños
.

Toma asiento y escucha con atención.

Siempre habrá un cuento que narrar.

lunes, 9 de agosto de 2010

Reencuentro

Todo parece distinto... depende de nuestro corazón, de lo que nos evoque en ese momento, de algo más allá del entendimiento, algo que se siente y que se escapa a cualquier razonamiento. Y a veces, pienso en que podría haber sido y lo que no es; pienso en lo que tengo y en lo que se me escapó, y es que a veces, más de las que me convienen, pienso en ti.

Fue algo inesperado, algo que surgió de repente sin previsión y que crecía poco a poco, que se iba creando a si mismo lleno de color, alegría, esperanza y buenas sensaciones. Y al principio alzaba el vuelo una sola mariposa, con valentía y majestuosa, delicada y tremendamente hermosa; y esa una llamó a otra, y con el paso de los días fueron cientos de ellas las que mi estomago recorrían. Y sus delicadas alas me acariciaban, haciéndome cosquillas, provocando esa agradable sensación cuando te veía y se aceleraba el latido de mi corazón.

Y al escuchar tu voz, podía sentir lo mismo que cuando escucho una buena canción de alguno de mis grupos preferidos, o a una banda de música interpretar algún tema de Beethoven, o de Mozart... o una pieza de piano de Chopin. Música, una preciosa melodía, una letra cargada de sentimiento y cerrar los ojos, e imaginar un susurro tuyo cerca de mi oído, y notar tu cálido aliento, y pensar que estás aquí, junto a mí y que podemos conversar toda la noche, sin importarnos nada, sin tener en cuenta el paso del tiempo.

Y cuando se nos acaben las palabras, dejaremos que hablen nuestros cuerpos, coger tus manos y mantenerla entre las mías, acariciarlas; tan suaves, tan tiernas, tan expresivas, pequeñas y vivarachas, intentarán jugando escaparse pero siempre volverán para darme su calor cuando las mías estén frías. Pero esto ya es imaginación, porque nunca pasó, porque no tuve valor y ahora es una causa perdida... pero amigo, así es la vida.

Si, así es la vida, te ofrece los néctares más dulces, te los pone al alcance de tu mano, para que puedas verlos, olerlos y degustarlos. Te ofrece una agradable caricia llena de candor y cariño y después te la arrebata antes de que puedas aferrarte a ella. Te ofrece un leve susurro que en ocasiones no alcanzas a escuchar y no puedes atender a su petición. Y piensas que es todo tan sublime, tan perfecto, tan puro que no puede ser verdad... y no te atreves a tocarlo, a aferrarte a ello para no corromperlo con tus impulsos más banales.

Pero aprendes, pues de todo se aprende. Entiendes que si no lo tomas tú, al final otro lo hará suyo. Y no vale lamentarse, pues todo ocurre por un motivo, tanto lo bueno como lo malo.

“AYER TE PERDÍ, PERO QUIZÁ SEA PARA QUE MAÑANA VOLVAMOS A ENCONTRARNOS”