Desde tiempos inmemoriales,
cuando la historia no era más que un impreciso
esbozo narrado por los victoriosos, hemos existido los Bardos:
narradores, cronistas y poetas; artistas, juglares y trovadores;
tejedores de sueños que recogían mitos y leyendas,
de las canciones ancestrales, de los evanescentes sortilegios,
del arrullo del tempestuoso mar o del canto de las ninfas del bosque,
para transmitirlos durante generaciones entre aquellos
que nos quisieran escuchar, sumidos en un embrujado deleite.

Y es ahora, en esta Era donde la magia se diluye
junto con la esperanza de las gentes,
cuando nuestro pulso ha de redactar con renovada pasión
y nuestra voz resonar más allá de los sueños
.

Toma asiento y escucha con atención.

Siempre habrá un cuento que narrar.

lunes, 22 de abril de 2019

Espiral

 ¿Sabes? Anoche soñé que soñaba,

por eso cuando desperté no fue suficiente para despertar,

seguía soñando a, por lo menos, 20 sueños por segundo.

"Sólo basta con abrir un poco los ojos", me dirían los despiertos,

"Si me decís eso, es que seguís durmiendo", les respondería yo.

Nunca antes había tenido los ojos tan abiertos para mirar,

nunca antes había estado tan arriba sin sentir vértigo,

nunca antes había pensado que caer era sinónimo de volar,

porque he estado cayendo hacia espacios infinitos de la mente,

sin saber que una mirada me conectaba con todas las cosas del cosmos,

y en ese insondable lugar, que en otro tiempo fuera incertidumbre,

resuena una vibración profunda en un caos que no deja de girar.

- ¿Eres tú? - Preguntó mi voz ingrávida emergiendo desesperada desde algún lugar del garabato.

- Eres tú. - Me respondí a través de tus ojos. 

Y ya no fue necesario saber. Sólo sentir. 

Sentir. 

SENTIR EN ESPIRAL.