Desde tiempos inmemoriales,
cuando la historia no era más que un impreciso
esbozo narrado por los victoriosos, hemos existido los Bardos:
narradores, cronistas y poetas; artistas, juglares y trovadores;
tejedores de sueños que recogían mitos y leyendas,
de las canciones ancestrales, de los evanescentes sortilegios,
del arrullo del tempestuoso mar o del canto de las ninfas del bosque,
para transmitirlos durante generaciones entre aquellos
que nos quisieran escuchar, sumidos en un embrujado deleite.

Y es ahora, en esta Era donde la magia se diluye
junto con la esperanza de las gentes,
cuando nuestro pulso ha de redactar con renovada pasión
y nuestra voz resonar más allá de los sueños
.

Toma asiento y escucha con atención.

Siempre habrá un cuento que narrar.

domingo, 16 de enero de 2022

Orden o Caos

Así que aquí estás. Otra vez.

Bienvenida a La Senda del Bardo


Esta vez no estás aquí para que te cuenten, sino para contar tú. Parece que se trata de una historia que escribieron otros hace mucho tiempo, pero no es del todo así. Lo que debes saber, de momento, es que tú tienes un papel protagónico en ella. Ya sea como alta elfa, como khajita... o como algo mucho más esencial que todavía no has terminado de creerte.

 

Pero empezarás a creer. Los bardos ya creen en ti.

 

Ante ti se abre una enigmática disyuntiva. Dos entidades venidas de un pasado lejano pero no perdido se te han aparecido en forma de palabras clandestinas. A ambos los conoces bien, porque has estado investigando su historia con cierta profundidad desde hace mucho. Pero ha llegado el momento de tomar una decisión...

*** 

... y no tengo duda de que tomarás la decisión más sensata, que no es otra que desenmascarar a ese traidor de Jagar Tharn y devolver al trono al legítimo emperador, Uriel Septim VII. Porque tú estás destinada a ser la Campeona Eterna. A liberar Tamriel de la tiranía de un pérfido hechicero cuyas aspiraciones no son otras que el control absoluto de sus provincias y sus gentes, y someterlas a su yugo magocrático. Yo ya estoy muerta, pero estoy aquí para aparecerme en tus sueños y orientarte en tu aventura. No me digas que no te he ayudado hasta ahora. Con lo fácil que te está resultando gracias a mí, ¿verdad...? Elige el Orden, que todo siga igual. Que la historia se mantenga gracias a ti. Tú tienes el don.

***

  ... por los aedra y los daedra, ¿de verdad quieres seguir escuchando a esta aprendiz inútil y entrometida? Mira, eso de que te está resultando fácil gracias a ella es lo más hiriente que se te podría decir, querida. Porque sé que está siendo complicado. Yo mismo me he encargado de ello. Y es complicado porque he trazado minuciosamente mis planes de usurpación del trono imperial. Y sí, lo reconozco, he ocupado el trono, pero para acabar con la verdadera tiranía, la de ese incapaz de Uriel. Ya es hora de devolverle el poder al pueblo sometido.

A las razas-bestia de Tamriel. Esa ha sido mi intención desde el principio. No serás Campeona Eterna, pero sí te convertirás en la Suma Sacerdotisa de las Bestias. Elige el Caos, que todo se transforme. Que la historia sea otra. Tú tienes el poder.

 

Ya lo ves. Tú tienes el Don. Tú tienes el Poder. Tuyo será el Pergamino Antiguo que te permita tomar esa decisión: Orden o Caos. Pero antes de obtenerlo, tendrás que escribir aquí mismo, bajo estas palabras, cuál será tu decisión.

 

Escribe ORDEN o CAOS.

 

Haz tu Voluntad. 

 

 

viernes, 14 de enero de 2022

Un puntito de luz


Hay algunas historias que no saben que lo son hasta que son contadas.
 

Esta es una de ellas.

Este es un cuento que se suele contar en tierras en las que el sol renace cada día en el mar. Existe un fulgor de luz que algunas personas que se atreven a mirar más allá se encuentran, inesperadamente y sólo en contadísimas ocasiones, justo a la hora del atardecer. Es un resplandor que no se puede ubicar con exactitud, ya que está en un indeterminado punto del horizonte. Es como si para cada cada uno de nosotros estuviera en un lugar distinto, como si nos correspondiera tan sólo uno. Cuando alguien se lo encuentra, normalmente, no le hace mucho caso. Incluso se frota los ojos, como tratando de apartarlo de su mirada. A fin de cuentas, no es más que un puntito de luz pequeño e insignificante. ¿A quién le importa?


No obstante, a veces, hay quien le presta atención a ese puntito. Suele tratarse de personas audaces, curiosas, que no se dejan llevar por los sentidos y sí por los sentimientos. Pero cuando intentan discernir la dirección, sus ojos son abrasados por la radiancia del sol del atardecer. Sólo existe una manera de poder alcanzar con la vista ese haz de diminita luminosidad que parece no importarle a casi nadie. Sólo un descendiente de marineros conoce esta manera, pues es la que antaño se usaba para orientarse en el mar. Hay que cerrar lentamente los ojos mientras se le susurra al viento: "Bajo los párpados para no morir con el sol."


Y entonces ocurre. Con los ojos completamente cerrados, sumido en la oscuridad, lo único que se atisba en esa negrura es el pequeño puntito. Indeleble y latente. Pero no es un puntito. Claro que no. Se trata de un fuego espléndido. Una hoguera que brilla desde la remota distancia. Su luminosidad es maravillosa y se extiende hacia todas direcciones. Su calor es reconfortante y envuelve como un hechizo a quien lo abraza.


Para la mayoría todo esto no es más que otro cuento de viejos marineros que no tienen donde caerse muertos, borrachos de aguardiente y salitre. Pero algunos nativos de estas tierras más supersticios hablan de esto con respeto. Dicen que quien ve esta hoguera arder no debe ir, porque no se vuelve a mirar al sol con los mismos ojos. Otros, que quien emprende el camino para encontrarla corre el riesgo de no regresar jamás a su hogar.

Pero yo, que cuento esta historia, conozco la verdad. Y tienen razón. Toda la maldita razón. Quien la ve de verdad no mira al sol igual. Y quien la encuentra no vuelve a su hogar nunca más.

Por eso, si tú la ves alguna vez, no dudes en ir a buscarla. Aunque te lleve casi la mitad de tu vida encontrarla.

 


Porque ella es tu historia, y se merece todos los cuentos.

viernes, 26 de noviembre de 2021

La Isla

A principios del siglo XX, en plena época de exploración y aventuras, se descubrió una isla misteriosa en medio del océano, y rápidamente se extendieron los rumores sobre las riquezas que se podían encontrar allí. Muchos exploradores quisieron encontrar ese lugar. Entre ellos, tú. Por desgracia, había un volcán situado en el centro de la isla y ha entrado en erupción. La isla se hunde. Todo se hunde. Ha llegado el momento de escapar... 

 

Y tú, aquí estas,

remando a la contra,

mientras aquello en lo que creíste se hunde

quemando tus fuerzas para huir de esa isla a la deriva,

y yo, allí estoy,

perdido a favor del viento,

en una isla desierta olvidada por el mundo,

y cuando digo desierta quiero decir: 

"sin ti todavía pero contigo".

- ¿Cuántas noches durará más este naufragio?

le preguntas en grito a la oscuridad.

- ¿A cuántos despertares estoy de ti?

le pregunto a mis ojeras clandestinas.

Quizá tú no esperabas navegar,

quizá yo no esperaba este insomnio,

Es muy sencillo que todo se quiebre

cuando el mundo parece de cristal.

Y ahora que todo empieza a arder,

quedan piratas llenando galeras de oro,

a costa de la fuerza de la potestad ajena

que vio como sus sueños se hundían a plomo.

Pero "hasta aquí" nos diremos, joder,

mientras todo se reduce a cenizas alrededor,

ya no dejaremos que la codicia de otros

tenga que ser nuestra única opción. 

 

 ... "The Island" es un juego en el que los jugadores están al frente de un equipo de exploración que debe abandonar una isla central que se hunde. Los Exploradores pueden llegar a otras islas con un bote que les mantiene peligrosamente a flote. Aunque también podrían hacerlo de forma más lenta: nadando. Esta travesía está llena de peligros, y tendrán que evitar serpientes marinas, ballenas y tiburones. Sobre todo "tiburones". 

¿Llegarán a salvo a la isla donde volver a empezar? 

Quién sabe. 

La cuestión es no perder esta oportunidad. 



 

 A jugar.




(Nota de Bardo: Sí, ya sabes lo que hay en la caja. Pero ábrela, por si acaso, no vaya a ser que nos hayan hecho "el paso")

miércoles, 23 de septiembre de 2020

Lluvia

Tendrá que llover

que llueva de una vez

y se empape el malestar,

y se colmen las palabras,

y nos mojemos la verdad.

Que llueva ya

en una lluvia torrencial

que se lleve los milagros

que devaste la ciudad

retorciendo cada andamio

con los puños cerrados,

el pecho abierto en canal.

Vendrá como un tifón

como un huracán,

y los que gritan: nunca lo hará

serán los primeros en hundirse

y los que siempre nadaron en contra

por fin sabrán lo que es llegar.

A remar, ponte a remar,

que se viene la tempestad,

entre el cieno y el barro,

nadie se atreverá a juzgar,

nadie, ni los de siempre,

ni los de jamás,

sólo habrá lugar para valientes

que no saben todavía que lo son

que se atrevieron a mojarse

cuando la lluvia no era más

que lágrimas incandescentes.

El mundo sumergido, ahogado,

y aquí sólo respira la poesía...

mientras respire yo.

lunes, 1 de julio de 2019

Sigue corriendo

No hay vaso medio vacío que aunque no lo pretendas acabes de llenar a rebosar

No hay ni sueño ni espejismo, que sólo con un guiño, no conviertas en absoluta realidad

No hay lamento ni suspiro, que cerca de tu brillo, no se silencia en el momento...

No hay ni muro de cemento, ni manto tan oscuro, que te tape, te detenga te haga ir más lento.


Y te veo corriendo, y es que no entiendo, la suerte que tengo, de ver que nunca pararás,
sabiéndote eterno, no pisas el freno, y sigues corriendo, qué importa que venga detrás,
porque nada te alcanza, derribas los muros, con solo un soplido, creas un nuevo vendaval,
eres como un rayo, que deja a su paso sueños encontrados, mentiras reales para creer en magia real...

… corriendo en una estela de magia real...

Y aunque caerás, veo como te vuelves a levantar...

Tú sigue corriendo... ¡Sigue corriendo!

Y aunque nos dejarás atrás, el mundo está a tus pies...

Tú sigue corriendo... ¡Sigue corriendo!


No hay monstruo escondido,   grito ni susurro, ni miedo encarnado, ni trampas que no esquivarás,
No hay cruda tristeza que detenga tu risa, sólo una sonrisa, sé que todo ira más que bien,
No hay derrotas que tapen todas las victorias que brotan y botan mientras tu juegas a jugar,
Jugando en una estela de magia real.


Corre como el viento, inmune a todo desaliento...

¡Tú sigue corriendo! ¡Sigue corriendo!

Juega en movimiento, juega, mientras sueñas con jugar, mientras...

¡Sigues corriendo! ¡Sigues corriendo!

Y aunque caerás, veo como siempre te levantarás...

¡Sigue corriendo! ¡Sigue corriendo!

Y aunque nos dejarás atrás, el mundo se rinde ante ti...

¡Sigue corriendo! ¡Sigue corriendo!

lunes, 22 de abril de 2019

Espiral

 ¿Sabes? Anoche soñé que soñaba,

por eso cuando desperté no fue suficiente para despertar,

seguía soñando a, por lo menos, 20 sueños por segundo.

"Sólo basta con abrir un poco los ojos", me dirían los despiertos,

"Si me decís eso, es que seguís durmiendo", les respondería yo.

Nunca antes había tenido los ojos tan abiertos para mirar,

nunca antes había estado tan arriba sin sentir vértigo,

nunca antes había pensado que caer era sinónimo de volar,

porque he estado cayendo hacia espacios infinitos de la mente,

sin saber que una mirada me conectaba con todas las cosas del cosmos,

y en ese insondable lugar, que en otro tiempo fuera incertidumbre,

resuena una vibración profunda en un caos que no deja de girar.

- ¿Eres tú? - Preguntó mi voz ingrávida emergiendo desesperada desde algún lugar del garabato.

- Eres tú. - Me respondí a través de tus ojos. 

Y ya no fue necesario saber. Sólo sentir. 

Sentir. 

SENTIR EN ESPIRAL.

lunes, 24 de diciembre de 2018

El Intronauta

Año 2018. 23 de diciembre. 4:45 de la madrugada.

Era otra noche cualquiera de insomnio. Hacía unas horas que había leído un mantra: “Quien mira hacia afuera sueña; quien mira hacia adentro despierta”. No necesitaba más razones para volver a intentar dormirse. Así que encendió la lámpara de su escritorio y empezó a escribirle a esa mortecina luz que alumbraba, y que paradójicamente se parecía a la inspiración que sentía. No estaba del todo iluminado, pero no lo necesitaba para brillar dentro de su propia habitación. Nadie más le vería. Abrió el portátil, como aquel que abre el arcón de un tesoro y se lo encuentra vacío, y empezó a escribir.

Era uno de esos hombres de letras que escribía para esconder sus lágrimas cuando estaba triste o su sonrisa estúpida cuando sus escritos le enamoraban más que a sus lectores. Era una de esas personas que necesitaba ponerle nombre a las cosas, antes de las cosas le terminaran poniendo nombre a él mismo. Se han dado casos de escritores que han sido encerrados por sus propias palabras, y nunca jamás pudieron salir de ellas. No iba a permitir que eso le ocurriera. Pero tenía miedo. Temía quedarse sin sueños, sólo en palabras, ya que pasaba demasiado tiempo despierto, mirando hacia adentro. Y por si fuera poco, no estaba solo. Había una Ella.

Era una de esas mujeres de palabra a la que un escritor podía encadenarse como si no hubiera nada digno de escribirse más allá de lo que ella significaba. Era una de esas personas que sólo tenía que sonreír para hacer mejores los poemas. Los que aún no existían pero existirían, aunque supiera que no iban a ser siempre los suyos. Pero no era un buen lugar para encerrarse. No lo era, porque ella sólo tenía sentido cuando se escapaba. Y a Ella la encontraba cuando miraba de soslayo hacia adentro, pero tenía la mirada puesta lejos, mucho más lejos que en el afuera. Viajaba. Ella estaba despierta, y aun así soñaba.

“Entonces ya sé lo que soy yo”, escribí.

Soy un intronauta. Camino mirando al cielo, pero sin dar un paso, y ya no recuerdo lo que es el horizonte. Viajo hacia adentro de mí mismo. Voy de día en día, como de estación en estación, en el tren de mi cuerpo, asomado a las calles y a las plazas, a los gestos y a los rostros, siempre iguales y siempre diferentes. Si te escribo, viajo. Si te imagino, viajo. Si tú viajas, viajo. ¿Pero viajo de verdad? Todo viaje es un viaje hacia uno mismo, vayas a donde vayas, estés donde estés. Pero para viajar hay que ir, hay que estar. Viajar es tener tu propio mantra: “Quien mira hacia adentro sueña, con poder mirar hacia afuera y despertar.”

Viajar es no tener cadenas.

Nunca pensé que las tuviera, hasta este año 2018, un 23 de diciembre, a las 4.45 de la madrugada.

Guarda tú estas cadenas rotas.