Desde tiempos inmemoriales,
cuando la historia no era más que un impreciso
esbozo narrado por los victoriosos, hemos existido los Bardos:
narradores, cronistas y poetas; artistas, juglares y trovadores;
tejedores de sueños que recogían mitos y leyendas,
de las canciones ancestrales, de los evanescentes sortilegios,
del arrullo del tempestuoso mar o del canto de las ninfas del bosque,
para transmitirlos durante generaciones entre aquellos
que nos quisieran escuchar, sumidos en un embrujado deleite.

Y es ahora, en esta Era donde la magia se diluye
junto con la esperanza de las gentes,
cuando nuestro pulso ha de redactar con renovada pasión
y nuestra voz resonar más allá de los sueños
.

Toma asiento y escucha con atención.

Siempre habrá un cuento que narrar.

miércoles, 19 de febrero de 2014

La Rosa Negra

LA ROSA NEGRA 


Era la mañana de la vida, 
aún vibraba mi tierna ingenuidad, 
tu mano se convirtió en mi deriva, 
abriste una ancha herida mortal. 

 Fue en un bello jardín, te tomé, 
rosa negra por siempre funesta, 
a tus espinas el corazón arrojé, 
de mi alma cuán poco resta. 

 Es el eco pálido de tu voz, 
que me hunde en el abismo, 
proferiste cruel tu último adiós, 
te desvaneciste cual espejismo. 

 Será este mi cruento destino, 
el recuerdo no halla consuelo, 
es por eso que ahora te digo: 
para ti viví y por ti muero. 

 Rosa negra por siempre funesta, 
ni un vestigio de mi alma resta.