Desde tiempos inmemoriales,
cuando la historia no era más que un impreciso
esbozo narrado por los victoriosos, hemos existido los Bardos:
narradores, cronistas y poetas; artistas, juglares y trovadores;
tejedores de sueños que recogían mitos y leyendas,
de las canciones ancestrales, de los evanescentes sortilegios,
del arrullo del tempestuoso mar o del canto de las ninfas del bosque,
para transmitirlos durante generaciones entre aquellos
que nos quisieran escuchar, sumidos en un embrujado deleite.

Y es ahora, en esta Era donde la magia se diluye
junto con la esperanza de las gentes,
cuando nuestro pulso ha de redactar con renovada pasión
y nuestra voz resonar más allá de los sueños
.

Toma asiento y escucha con atención.

Siempre habrá un cuento que narrar.

miércoles, 23 de septiembre de 2020

Lluvia

Tendrá que llover

que llueva de una vez

y se empape el malestar,

y se colmen las palabras,

y nos mojemos la verdad.

Que llueva ya

en una lluvia torrencial

que se lleve los milagros

que devaste la ciudad

retorciendo cada andamio

con los puños cerrados,

el pecho abierto en canal.

Vendrá como un tifón

como un huracán,

y los que gritan: nunca lo hará

serán los primeros en hundirse

y los que siempre nadaron en contra

por fin sabrán lo que es llegar.

A remar, ponte a remar,

que se viene la tempestad,

entre el cieno y el barro,

nadie se atreverá a juzgar,

nadie, ni los de siempre,

ni los de jamás,

sólo habrá lugar para valientes

que no saben todavía que lo son

que se atrevieron a mojarse

cuando la lluvia no era más

que lágrimas incandescentes.

El mundo sumergido, ahogado,

y aquí sólo respira la poesía...

mientras respire yo.

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