Desde tiempos inmemoriales,
cuando la historia no era más que un impreciso
esbozo narrado por los victoriosos, hemos existido los Bardos:
narradores, cronistas y poetas; artistas, juglares y trovadores;
tejedores de sueños que recogían mitos y leyendas,
de las canciones ancestrales, de los evanescentes sortilegios,
del arrullo del tempestuoso mar o del canto de las ninfas del bosque,
para transmitirlos durante generaciones entre aquellos
que nos quisieran escuchar, sumidos en un embrujado deleite.

Y es ahora, en esta Era donde la magia se diluye
junto con la esperanza de las gentes,
cuando nuestro pulso ha de redactar con renovada pasión
y nuestra voz resonar más allá de los sueños
.

Toma asiento y escucha con atención.

Siempre habrá un cuento que narrar.

domingo, 22 de abril de 2012

El cuerpo

El cuerpo se distorsiona y se ríe, se balancea una y otra vez, hacia delante, hacia detrás, buscando un punto de fijación, buscando estarse sujeto sin buscarlo en realidad. El cuerpo se cae, pero nunca se ha caído, sólo es lo que parece que no es, es el cuerpo en movimiento, es el movimiento que se mece.
Canción de cuna, historia reseca, sueño de ayer, realidad de mañana, es el cuerpo que no fue, fue el cuerpo, nunca fue.

El cuerpo baila en nueva danza que no se mueve, es siniestro, zurdo, diestro, va por un lado, lo ves por el otro. Es el cuerpo, el que gime, fluye y cae, no lo entiendes. Yo no lo entiendo. No entiendo nada.

Cuando todo parece ser real, no lo es, es sin ser, no es si es, es, es... ¿es?... es.


Sin ser yo me rindo, y cierro los ojos, buscando respuestas que francamente ni sé buscar ni nunca busqué. Fuera del cuerpo, queriendo estar dentro de tantos otros en todos los sentidos posibles. Viendo horizontes que pudieron tener sentido, quizás lo tengan para quién sepa dotar de sentido al sinsentido. Sorprendentemente, hay tanta gente que puede.


Y después de eso... sólo queda el cuerpo. Quieto pero inerte. Tan móvil pero a la vez girando. Un grito dentro de mil gritos, que resuenan en el silencio, que susurran a la quietud. El cuerpo. No la mente. El cuerpo. El cuerpo que ya, no se lamenta. No sabe, nunca supo. Ni ahora ni cuando alguien creyó que sabía.

Los años pasarán sin que absolutamente nadie comprenda nada de lo que sucede. El cuerpo se marchitará en una avalancha de pesar, coherente por fin. No quedarán ni retazos, ni vestigios. Ni escombros. No quedarán ni cenizas del cuerpo que fue, que quiso ser, que nunca fue, que nunca fue. Que nunca fue.


Y yo, soy el cuerpo. Todos somos el cuerpo. Quien lo cree, quien lo busca, quien lo sueña, quien lo anhela, quien lo desdeña.


Yo, tú. Todos. El cuerpo.

2 comentarios:

Kate Austen dijo...

Hacía tiempo que no pasaba por aquí, y como siempre, me encanta lo que leo, sobre todo porque la subjetividad con la que escribes, nos da libertad para interpretar las palabras e imaginarnos nuestras propias historias, aunque se encuentren muy lejos de tus propias vivencias. Me encanta. =)

Axel dijo...

Me alegro de que alguien lo lea y le guste! Últimamente tenemos algo abandonadillo el blog, ahora voy a empezar a publicar casi diariamente una serie de relatillos a ver si alguien más los lee.

¡Gracias por todo y un abrazo!