Me fascinan las cosas que pasan de forma inesperada, y en un momento dado tu mente sale fuera de la escena y piensas. ¿Por qué motivo estoy aquí, en este idílico paraje, donde los ancianos juegan como niños en un parque? Y empiezas a echar cuentas, uno y uno son dos; dos y uno tres, y de repente le sumas otro y ¡pam! ahí lo tienes, ¿¡siete!? Qué extraño, entre cuatro y siete hay una gran diferencia, la posición de los palitos. Porque todos sabemos, que no es lo mismo la curva que la recta, y viceversa. Pensareis que estoy diciendo una serie de verdades inconexas, o puede que quizá sean mentiras conectadas, en fin, eso concierne única y exclusivamente al juicio del juez que analice la jugada.
Y me llamarán loco, pues no señor, lúcido y descarado, de pensamiento simple, o quizá abstractamente recargado... si usted me quiere insultar, caballero; puede llamarme borrego descarriado. ¿Pero por qué comer de la hierba que pisa el rebaño, si por aquel camino hay otra más fresca y limpia? No creo que la vida tenga un manual, porque puede ser muchas cosas excepto una, específica. A ver si me explico, estoy harto de tanta patraña, de que intentes convencerme de una forma tan simple, ¿aun no te has dado cuenta de que yo le doy al coco mientras tu estas dándole al pico?
A veces, reflexiono sobre cosas complicadas, como por ejemplo en qué pensaría el que creó la historia de los duendes, espectros y hadas; y me fascina que pudiera crear tales seres de leyenda, una esperanza conmovedora; y es que si el príncipe me sale rana no pasa nada, con un simple beso ya lo tenemos, historia cambiada. Y ahora como todo está bien que empiece la atracción, y si nos lo permite Newton, que se convierta en algo más, y aunque no sea tan grave, lo podemos llamar gravedad.
Venga, a ver si lo coges, a ver si te enteras. Yo lucho por la libertad de mi mente, un intento por escapar del pasado, del futuro y del presente; y vivir de forma atemporal, hoy, mañana y siempre. Intento escalar a lo más alto de esta sociedad, para una vez que haya llegado mirar con vértigo antes de lanzarme en picado y volver donde esta mi sitio; porque arriba se vive bien, sin currar, sin pensar, preocupándose únicamente por la reserva del restaurante donde vas a ir a cenar, pero intelectualmente capado.
Hoy voy a reconocer una cosa, si, es cierto, yo también me he equivocado. Y me estoy dando cuenta ahora y eso que sucedió hace ya casi un año. La pereza es la capital de mi pecado, cuando te ofrecen lo fácil y lo tomas, sin arriesgarte a probar algo más complicado. A veces no estaría mal esforzarse un poco más, continuar andando, aunque te canses, a contracorriente, vadeando para al final lograr encallar en el lugar que has estado buscando. Tonterías escritas en un papel, al fin y al cabo al final es solo otra historia de la Navidad.
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