Nuestra vida es un camino que creamos nosotros mismos, y que se limita a una línea más o menos recta, de la que no podemos escapar y en la cual solo se puede avanzar en un sentido. A veces, esa línea transcurre paralela a la de otra persona, y también existen líneas que se cruzan, se tocan, se rozan e incluso se superponen en una noche loca; pero es cuestión de tiempo que vuelvan a separarse. Y mientras nos desplazamos por este raíl, podemos observar millones de cosas; aunque realmente pasamos la mayor parte del tiempo con la cabeza hacia abajo, mirando donde vamos a poner el pie en el siguiente paso. También es bastante común en el cruel mundo de las líneas de la vida, el intentar correr más que nadie, para poder mirar hacia atrás y jactarse de ser el primero, aunque luego el pobre infeliz, descubrirá que la meta no es tan agradable como él esperaba. Otro error es pensar que si te paras, todo se parará contigo, pero no... y encima, antes era medianamente recta, pero ahora empieza a hacer curvas, giros insospechados, bucles, tirabuzones y un doble mortal; y evidentemente, después es mucho más complicado recorrer el circuito y volver a tomar el control para enderezar la línea.
Y que decir de aquellos a los que de repente, algo se les cruza en el camino y de pronto se ven obligados a dejar de andar. He visto largas caminatas interrumpidas de forma abrupta por el paso de un camión de mercancías. Porque eso sí, la longitud de la línea es quizá la cosa más caprichosa de este mundo, parece gozar de una voluntad propia para interrumpirse cuando a ella le viene en gana. Así pues, llega un momento en el cual no podemos seguir avanzando y miramos hacia todas partes buscando una respuesta, y cuando eso pasa, en mitad de la confusión, aparece un señor (o quizá sea una señora, quien sabe, nadie se ha atrevido a levantar los faldones para averiguar cuál es su sexo, aunque puede que eso tampoco sirva de mucho), que amablemente nos explica que se ha acabado nuestro tiempo, que no hay más camino y que tenemos que acompañarle hasta un lugar desconocido en el que “seremos” felices, pero del que jamás volveremos para informar a nadie de lo bien que lo estamos pasando.
En fin, aquí me encuentro yo, caminando y reflexionando, probablemente perdiendo el tiempo, porque debería estar estudiando para mis exámenes finales. Pero bueno, intentaré sacar una pequeña conclusión de esta abstracta metáfora. Digamos pues, que simplemente tenemos que centrarnos en seguir esa línea, cada cual a su ritmo, abriendo bien los ojos para darnos cuenta de las cosas; ¡y qué demonios! quizá a veces tengamos que correr, o caminar más lentos, o quizá desviarnos ligeramente de la recta para cruzarnos con otra gente, aunque no debemos obsesionarnos porque eso simplemente pasará, es una cuestión de probabilidad, hay mucha líneas y poco espacio. Pero lo que nunca, jamás de los jamases, bajo ninguna circunstancia a no ser que se invente un artilugio capaz de devolvernos al pasado; debemos hacer, es mirar hacia atrás, porque es inútil, ese camino ya está recorrido, ya lo hemos superado, pero eso sí, no tenemos que olvidarlo.
2 comentarios:
Solo quería darte las gracias por escribir esto...me he permitido el lujo de pegárselo a alguien muy importante para mi en su blog, aunque sinceramente no creo que llegue a comprender lo bueno de tus palabras...Da una sensación especial leerte por las mañanas.
Gracias y no lo dejes por favor.
En ocasiones nos empeñamos en recorrer solos ese camino, cuando alguien nos tiende la mano no sabemos valorar lo que nos ofrece, anteponemos nuestros propios valores incluso cuando estamos seguros de que ello nos llevara a tomar la primera desviación y alejarnos del camino que estábamos compartiendo. Por un que dirán o un orgullo mal interpretado. Tal vez por no ser lo suficientemente valientes como para encarar a los que creemos nuestros amigos, pero que realmente nos están apuñalando por la espalda y se obstinan en acompañarnos durante muchos años siguiendo en ocasiones nuestro propio camino. Y tienes razón, no hay que mirar hacia atrás, hay que mirar hacia delante y seguir caminando incluso cuando te sangra el corazón, pero también estas equivocado. Hay veces que es bueno retroceder unos pasos, reflexionar y recalcular nuestros valores.
Eva.
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