Desde tiempos inmemoriales,
cuando la historia no era más que un impreciso
esbozo narrado por los victoriosos, hemos existido los Bardos:
narradores, cronistas y poetas; artistas, juglares y trovadores;
tejedores de sueños que recogían mitos y leyendas,
de las canciones ancestrales, de los evanescentes sortilegios,
del arrullo del tempestuoso mar o del canto de las ninfas del bosque,
para transmitirlos durante generaciones entre aquellos
que nos quisieran escuchar, sumidos en un embrujado deleite.

Y es ahora, en esta Era donde la magia se diluye
junto con la esperanza de las gentes,
cuando nuestro pulso ha de redactar con renovada pasión
y nuestra voz resonar más allá de los sueños
.

Toma asiento y escucha con atención.

Siempre habrá un cuento que narrar.

lunes, 11 de enero de 2010

La Historia Interminable

- Niño tonto, no sabes nada de la historia de Fantasía. Es el mundo de las Fantasías humanas. Cada parte, cada criatura, pertenecen al mundo de los sueños y esperanzas de la humanidad. Por consiguiente, no existen límites para Fantasía...
- ¿Y por qué está muriendo entonces...?
- Porque los humanos están perdiendo sus esperanzas y olvidando a sus sueños. Así es como la Nada se vuelve más fuerte.
- ¿Qué es la Nada?

- Es el vacío que queda, la desolación que destruye este mundo y mi encomienda es ayudar a la Nada.
- ¿Por qué?
- Porque el humano sin esperanzas es fácil de controlar y aquél que tenga el control, tendrá el Poder.

Fantasía fue la primera que me acogió entre sus brazos cuando mi primer aliento vital acarició suavemente las asperezas de este mundo. Me apreté a ella con una insondable necesidad de escapar, como si sólo pudiera alcanzar en su seno una felicidad que tamborileaba traviesa entre mis dedos, para que únicamente pudiera rozarla, pero nunca tomarla entre mis manos. No la necesitaba, pues podía recurrir a la ilusión de tenerla siempre que lo deseaba, envuelto en ese lienzo de maravillas que para otros resulta una abstracta mortaja.

Para mí trascendía a la ficción, a la fábula, al mito; era mi pensamiento, mi sentimiento y mi realidad. Por eso tomé su mano, con brío, no porque temiera que iba a soltarme, ya que sólo dependía de mí y de mi capacidad para imaginar que esos dedos se desanudaran, sino porque comprometí mi existencia a los sueños, hallando en ellos lo que fuera sólo podía percibir entre plúmbeos y aciagos tonos. Sabía que mi felicidad era ficción, que de mi imaginación no podría nutrirme, que de mis sueños despertaría, entre frías decepciones y desalientos cortantes, en un eterno desvelar de decepción.

Pero eso no importaba, sólo imaginaba, y en esas imaginaciones encontraba el consuelo que la vida se empeñaba en negarme o que yo mismo me negaba de la vida. Entre espejismos, ideales y quimeras fluctuaba, viajando a lomos del señor de los dragones a feudos de inagotable magia, en los que pináculos del cristal más resplandeciente sobresalían entre las interminables masas boscosas y los cristalinos riachuelos que se originaban en las cúspides de vestal nieve, donde moraban legendarias criaturas, héroes de ensueño, damas élficas de abjuradora belleza y terribles enemigos que mantenían una maniquea balanza a perpetuidad.

No obstante, la grandeza de Fantasía reside en su infinita versatilidad, pues este reino de ilusiones, con el paso de las estaciones, se tornó en unas tierras de profunda tiniebla, en la que los bosques de brillante esmeralda se convirtieron en oscuras y amenazadoras masas arbóreas de anciano robledal, de las cuales destacaba un escarpado acantilado que se asomaba hacia una indómita costa de violento oleaje, en el que se encaramaba un tétrico pero elegante palacio de amor primordial. Todo ello, a voluntad. Tan sólo tenía que desearlo. Simplemente debía imaginarlo. No precisaba más que cerrar mis ojos y que mi mente traspasara el velo que separa la realidad de la ficción, para restar en ella el tiempo que considerara oportuno…

… hasta que hizo su aparición la inevitable destrucción de la imaginación: la inconcebible y angustiosa Nada, que todo lo devora: sueños, imaginaciones, esperanzas, anhelos y metas; lastrando un sendero de vacuidad, que a su paso deja precisamente eso: Nada. Engullendo inapelable esas ilusiones que hemos desarrollado a lo largo de nuestra vida, a medida que vamos madurando y nuestras responsabilidades, preocupaciones y compromisos nos atenazan y nos exilian de ese lugar que nosotros mismos hemos creado por necesidad. Al mundo le interesa usurparnos la ficción para recolocarnos en la realidad que desea para nosotros, incluso en ocasiones, sin darnos la oportunidad para elegir.

Y puede que muchos sucumban, que se hundan sin remedio en su insomne monotonía, pero siempre habrá motivos para seguir soñando, para regresar a esas fantásticas tierras, en alternancia con una pretendida realidad en la que también podemos atrapar con nuestras manos la Fantasía y, con ella, la Felicidad. Ahora, he logrado aunar ambas realidades, sigo soñando y me siento más vivo que nunca. Mi imaginación se desborda cuando lo deseo y mis deseos se hacen realidad porque yo elijo que así sea.

Allá donde estés, Bastian, al que también conocen como Michael Ende, puedes estar tranquilo, porque yo, como muchos otros, hemos logrado someter a la Nada, ya sea con imaginación, con esperanzas o con sueños, pero sobre todo, con el ímpetu del corazón, que será siempre el de un niño.

… seguid imaginando y vivid, nunca os deis por vencidos.

Que vuestra historia, como la mía, sea interminable.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Maravilloso!, me felicito por encontrar el momento justo para leerte. Me felicito porque no soy de felicitar cuando el talento es la esencia de la persona... tu entrada es maravillosa! muchas gracias por compartirla, un beso.

Alma (Susurros Mortales) dijo...

Yo tambien soy feliz desde hace tres meses, sabes que tus sueños son los mios. Nuestra historia es interminable.

Besitos.