He recorrido las tierras de ensueño,
donde refulgían los dorados reinos,
sobre picos en los que clamaban ecos
de la imaginación de un niño pequeño.
Entre los bosques de feérica quimera
surcando esos rutilantes senderos
en los que cada recuerdo me impregna
del perfume de una perenne primavera.
sobre picos en los que clamaban ecos
de la imaginación de un niño pequeño.
Entre los bosques de feérica quimera
surcando esos rutilantes senderos
en los que cada recuerdo me impregna
del perfume de una perenne primavera.
He disfrutado los azares de la odisea,
sin miedo por temer lo desconocido,
con la osadía del que ignoraba peligros,
y el constante anhelo por la peripecia.
No existía temor alguno en mi alma,
la aventura abanderaba huella por huella,
y de ideales colmado estaba el destino
en cada noche que mi mente viajaba.
He sentido las emociones de una vida,
con la tragedia de la pérdida estremecido,
riendo en el llanto a carcajadas,
encerrando a la angustia sin salida.
Perdida mi tierna razón en esta broma,
cuando vislumbraba el espejismo del amor
cruzar de puntillas ante la asombraba mirada
de aquel que no conocía su aterciopelado aroma.
Porque he viajado sin salir de mi morada,
caminando en un insomne sueño.
Porque he gozado tendido en mi cama,
descubriendo mundos de fantasía.
Porque he vivido de mis amados libros,
sintiendo lo que me era prohibido.
Atravesado por la incerteza de no haber vivido,
sé que la vida huía en cada página que he leído.
¿Acaso tan sólo con los placeres de la ficción,
se alcanza a nutrir de un bardo el corazón?
imaginaré el perfume del anhelo cada noche
encerrando su aroma prohibido en cada sueño,
...en mi solitario corazón.
cada canción, cada libro, cada imagen, cada imaginación...
...en mi solitario corazón.
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