Desde tiempos inmemoriales,
cuando la historia no era más que un impreciso
esbozo narrado por los victoriosos, hemos existido los Bardos:
narradores, cronistas y poetas; artistas, juglares y trovadores;
tejedores de sueños que recogían mitos y leyendas,
de las canciones ancestrales, de los evanescentes sortilegios,
del arrullo del tempestuoso mar o del canto de las ninfas del bosque,
para transmitirlos durante generaciones entre aquellos
que nos quisieran escuchar, sumidos en un embrujado deleite.

Y es ahora, en esta Era donde la magia se diluye
junto con la esperanza de las gentes,
cuando nuestro pulso ha de redactar con renovada pasión
y nuestra voz resonar más allá de los sueños
.

Toma asiento y escucha con atención.

Siempre habrá un cuento que narrar.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Conformistas


Penumbras lo anegaban todo, y sólo contornos se perfilaban a través de las sombras. Esas manos, diligentes, que rasgaban el velo de las tinieblas para amoldarse en aquella ardiente figura, que gemía con cada caricia dedicada, fragmentando el hálito del amante desesperado. Como si en ese momento sólo existiera ese silencio que auguraba el más extasiante de los suspiros.

Resplandecían las miradas en la oscuridad, en un profundo obsidiana, siguiendo el hábil recorrido de los dedos sobre el arco que traza el margen de la espalda, eternizando el éxtasis, deleitándose en el estremecimiento. Y se precipita otro jadeo, la sinfonía de un mundo que se desmorona sobre otro, una piel que se anexiona a otra y unos labios que ya son sólo uno.

- Abrázame -se escabullía el susurro entre las ínfimas fisuras de sus bocas. 

La desesperación se apodera de las voluntades, e iracundas se entrelazan unas lenguas que no precisaban de charlas para entenderse. Y querían pensar, pero la razón se ahogaba en la fricción de sus desnudeces, a medida que éstas descendían a los precipicios extraviados de su deseo. Un deseo que latía, como un resorte; un deseo que se abría, como una flor. Pero, asimismo, un deseo atormentado, sufrido por aquellos cuyo amor permanece callado.


La mente rendida al corazón, el pensamiento sometido a la pasión, perdidos en la embriaguez de los cuerpos, sin preguntas que formular, ni respuestas que buscar. Palabras orquestradas por los gemidos, ya lejos se escuchaban las voces del arrepentimiento por caer en tentaciones prohibidas. Y es que no hay lugar para el pesar cuando estoy dentro de ti porque tú me dejas entrar.

Así que estalla la guerra, sin vencedores ni vencidos, en la que se invade sin piedad. Abierta a él, hendido a ella, la corriente los arrastra a la vorágine del placer, sucumbiendo a la caída de unos imperios a los que les habían prendido fuego. Roto el silencio de los gemidos, por la tiranía de los bramidos, todo comienza a ser constante, cíclico, un orden natural de ascuas y brasas, de savia y cálices, en el que todo culmina en la desembocadura de un furibundo río, más allá de sus ombligos.

- ¿Me quieres? -escapa la agonizante voz de un abatido.
- Te deseo. -el eco no podía ser más cristalino.

Una sonrisa despuntó en su rostro, al mismo tiempo que el alba asomaba por la ventana. Quizá fuera satisfacción, puede que indiferencia, quién sabe si decepción. Pero había sido suficiente para su matutina inquisición, esa era la cuestión.

Y es que, algunos, se conforman con muy poco.

5 comentarios:

Chari dijo...

Esto merece un 10. Me encanta como te expresas.

J.D. Morgenstern dijo...

¡Bien podrían ser paradigmáticas tus generosas palabras! Y que mi profesor de 'Paleografía' tomara ejemplo en la calificación que me has asignado. Mas prefiero el encanto de que te haya encantado que cualquier mérito académico cosechado.

Gracias por invertir parte de tu tiempo en mis pasionales ficciones :)

rakelakela dijo...

Sí, algunos se conforman con muy poco, pero por ese momento, tan efímero y tan poco usual (en mi caso), en que el cuerpo es capaz de gobernar dictatorialmente a mente y corazón, merece cualquier decepción. Al menos yo lo veo así.

Qué texto tan realista y sobresaliente, como bien ha calificado Chari.

Kate Austen dijo...

Precioso, y melancólico a la vez. Yo pensaba que nunca podría conformarme con menos de lo que necesitaba para mantener una sonrisa, pero como siempre, me engañaba, aunque claro está, la sonrisa se esfumó... Y para mi pesar, no soy nada conformista y tarde o temprano, todos los pensamientos que pululan en mi cabeza, explotarán por algún lado. Sigue escribiendo maravillas como esta. Un saludo :)

J.D. Morgenstern dijo...

Clarividentes son vuestros comentarios, pues la inspiración se nutre de experiencias y valoraciones, en muchas ocasiones. Y como siempre me suelo decir, "escribo sobre lo que sé o imagino pero no desdeño la opinión de alguien que puede sentir lo mismo que yo". Seguiremos combatiendo esa 'dictadura corporal' con palabras que aludan a su fatalidad. ¡Gracias por participar! :)