Desde tiempos inmemoriales,
cuando la historia no era más que un impreciso
esbozo narrado por los victoriosos, hemos existido los Bardos:
narradores, cronistas y poetas; artistas, juglares y trovadores;
tejedores de sueños que recogían mitos y leyendas,
de las canciones ancestrales, de los evanescentes sortilegios,
del arrullo del tempestuoso mar o del canto de las ninfas del bosque,
para transmitirlos durante generaciones entre aquellos
que nos quisieran escuchar, sumidos en un embrujado deleite.

Y es ahora, en esta Era donde la magia se diluye
junto con la esperanza de las gentes,
cuando nuestro pulso ha de redactar con renovada pasión
y nuestra voz resonar más allá de los sueños
.

Toma asiento y escucha con atención.

Siempre habrá un cuento que narrar.

viernes, 12 de julio de 2013

Mamá, quiero ser medieval


Empuñar la afilada espada,
Lucir mi argentada armadura,
Arrancar a un dragón sus escamas
y demostrar al mundo mi bravura.

Sí, hijo, y buscar el Santo Grial.
Sí, mamá, yo quiero ser medieval.

Hijo, no es más que pura fantasía.
Mamá, es lo que mi corazón ansía.

Enfrentarme a terribles peligros,
Por el día abatir enemigos.
Por la noche a la luz de las velas,
Enamorar a bellas damiselas.

Sí, hijo, un caballero sin igual.
Sí, mamá, yo quiero ser medieval.

Hijo, todo eso es pura locura.
Mamá, yo nunca presumí de cordura.

Recorrer los reinos a caballo,
Guiado por la luz de las estrellas,
y me hagan olvidar las querellas,
Que mi cuerpo sufriera antaño.

Sí, hijo, un caminante jovial.
Sí, mamá, yo quiero ser medieval.

Hijo, no sabes lo que estás diciendo.
Mamá, te lo digo como lo siento.

Y el fin de mis días llegaría,
Mientras al mal mantengo a raya,
Abrazaré la gloría, mi alegría,
Cuando mi cuerpo caiga en batalla.

Sí, hijo, con un coro celestial.
Sí, mamá, yo quiero ser medieval.

Hijo, tus deseos nunca dejes escapar.
Mamá, esta quimera quiero alcanzar

Hijo mío, nunca dejes de soñar.


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