Rima XXIV
del apasionado relator de versos y fábulas, Eterno Trovador de la Soledad y el Amor, Gustavo Adolfo Bécquer

Dos rojas lenguas de fuego
que, a un mismo tronco enlazadas,
se aproximan, y al besarse
forman una sola llama;
dos notas que del laúd
a un tiempo la mano arranca,
y en el espacio se encuentran
y armoniosas se abrazan;
dos olas que vienen juntas
a morir sobre una playa
y que al romper se coronan
con un penacho de plata;
dos jirones de vapor
que del lago se levantan
y al juntarse allá en el cielo
forman una nube blanca;
dos ideas que al par brotan,
dos besos que a un tiempo estallan,
dos ecos que se confunden,
eso son nuestras dos almas.
que, a un mismo tronco enlazadas,
se aproximan, y al besarse
forman una sola llama;
dos notas que del laúd
a un tiempo la mano arranca,
y en el espacio se encuentran
y armoniosas se abrazan;
dos olas que vienen juntas
a morir sobre una playa
y que al romper se coronan
con un penacho de plata;
dos jirones de vapor
que del lago se levantan
y al juntarse allá en el cielo
forman una nube blanca;
dos ideas que al par brotan,
dos besos que a un tiempo estallan,
dos ecos que se confunden,
eso son nuestras dos almas.

Despertó en mí un sentimiento que nunca antes había experimentado, que ni siquiera había imaginado que sentiría y que con el tiempo se fue apagando cuando comprobaba que nunca lo viviría. Pero él siempre estuvo ahí, en el devenir de los años, mucho antes de que yo tomara conciencia, para ejemplizar y describir emociones que sólo el corazón podría llegar a discernir. Y sin necesidad de artificios ni artimañas, tan sólo con la simpleza y la ingenuidad que se tiene cuando se comienza a amar, todas las rimas se abrieron camino hasta mí, permitiéndome hacerme una errática idea de aquello que, alguna vez, lograría percibir. No obstante, cuando la embriagadez poética me sumía en el aturdimiento, podía recurrir a sus fantásticas y misteriosas leyendas, que evocaban desiguales impresiones, balanceándose entre la insana incertidumbre, el irracional terror, el creciente interés o la desgarradora pasión.


Pero es una justificada deslealtad, amigo Gustavo, que estoy seguro que entenderás, allá dónde estés, porque tu obra ahora sirve para que yo honre tu memoria y dedique tus versos a alguien que sí los sabrá valorar como merecen.
1 comentario:
Has elegido uno de los versos más bonitos, Gustavo Adolfo Bécquer me encanta pero tu mucho mas.
Besitos
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