Tendrá que llover
que llueva de una vez
y se empape el malestar,
y se colmen las palabras,
y nos mojemos la verdad.
Que llueva ya
en una lluvia torrencial
que se lleve los milagros
que devaste la ciudad
retorciendo cada andamio
con los puños cerrados,
el pecho abierto en canal.
Vendrá como un tifón
como un huracán,
y los que gritan: nunca lo hará
serán los primeros en hundirse
y los que siempre nadaron en contra
por fin sabrán lo que es llegar.
A remar, ponte a remar,
que se viene la tempestad,
entre el cieno y el barro,
nadie se atreverá a juzgar,
nadie, ni los de siempre,
ni los de jamás,
sólo habrá lugar para valientes
que no saben todavía que lo son
que se atrevieron a mojarse
cuando la lluvia no era más
que lágrimas incandescentes.
El mundo sumergido, ahogado,
y aquí sólo respira la poesía...
mientras respire yo.